sábado, 25 de mayo de 2013

Las imágenes pueden transformar una realidad en diferentes percepciones según cada individuo siendo absorbidos por la imagen y su autor.

Las imágenes causan sensaciones, nos informan sobre acontecimientos, personas y lugares. Reflejan la cultura, el ir y venir de la gente, sus problemas y logros.
Con este espacio muestro una parte de ese gran universo que se logra captar con la cámara, cuando ves algo que nunca más se repetirá de la misma manera. El instante preciso que se presenta ante mi mirada, pero lo más importante, ante la sensibilidad de quererlo compartir con ustedes.

Charles C. Ebbets, el fotógrafo que inmortalizó Nueva York.

Chales Ebbets nació en Gagdsen, un pequeño pueblo de Alabama, en 1905. Su afición por la fotografía comenzó en él siendo todavía un niño y no dudo, con tan solo 8 años, en comprar su primera cámara en una tienda local, cargando el importe en la cuenta que su madre tenía allí abierta, acto valiente que le costó un buen tirón de orejas pero que valió la pena, ya que al final consiguió quedarse con la cámara.

Con quince años comenzó a trabajar junto a su padre en un periódico local publicando allí sus primeras fotografías. De alma inquieta y aventurera, viajó al sur de Florida donde hizo una incursión en el mundo del cine tanto delante como detrás de la cámara. Llegó incluso a protagonizar una serie de filmes donde encarnaba a un cazador y aventurero en Africa “Wally Renny”.

 Dejó el cine, en el que no se acababa de encontrar a gusto y continuó trabajando como fotógrafo freelance para el Miami Daily News y para el boxeador Jack Dempsey. Muchos famosos que pasaban por Florida comenzaron a requerir a Ebbets para que les realizara algún que otro reportaje. En 1927 fue una de las tres personas elegidas por la Essex Motor Company para hacer el Tamiami Trail, un complicado recorrido en automóvil desde Miami a Tampa, en virtud de su amplio conocimiento de la región y la vida silvestre y su habilidad con una cámara para documentar la aventura para los periódicos y la Compañía de Motor Essex quien patrocinó el viaje y el coche.

Las fotos de su éxito se llevaron a los periódicos de todo el país. Finalizada la guerra, volvió a su placentera vida en Miami, como fotógrafo oficial de la ciudad y donde ampliaría su enorme colección de vida salvaje de los Everglades. Sus fotografías aparecieron en la Miami Daily News, The New York Times, National Geographic, Al aire libre sin límite, Campo & Stream, Popular Náutica, U. S. Cámara, Outdoor Life, Mira Magazine, Macworld, entre otras…
En 1978, a los setenta y dos años, un cáncer acabó con su vida, pero no con su enorme trabajo que perdurará como recuerdo de este peculiar personaje y de su modo de ver la vida, siempre a través de un objetivo.